En un mundo cada vez más ruidoso y lleno de distracciones, la verdadera conexión humana a menudo se pierde en las notificaciones del chat. Creemos que escuchamos, pero ¿realmente lo hacemos? Existe una habilidad transformadora que puede cambiar radicalmente la forma en que te relacionas con los demás y contigo mismo: la escucha activa. En este artículo exploraremos qué es la escucha activa, por qué es tan importante en nuestra vida y cómo puedes desarrollarla a través de ejemplos para convertirte en un comunicador eficaz.
¿Qué es la escucha activa?
La escucha activa o escuchar para comprender, es la práctica de escuchar para entender lo que una persona te está diciendo. Cuando empiezas a practicar la escucha activa te enfocas exclusivamente en lo que dice la otra persona, y no, en planificar qué vas a responder, como lo harías durante una conversación o debate. Para confirmar que realmente escuchaste lo que dijo esta persona debes repetir lo que se dijo. Este tipo de escucha te ayudará a desarrollar relaciones sólidas, a comprender a tus cercanos de forma profunda e incluso a practicar la empatía.
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Tipos de escucha activa
Para entender más en profundidad acerca de la escucha activa, te describiremos los cuatros tipos de escucha:
- Escucha empática: esta es cuando escuchas para comprender. Imagina que alguien te cuenta una historia personal. En este tipo de escucha, centras tu atención en la otra persona, en lugar de ti mismo.
- Escucha apreciativa: en esta, escuchas por placer. Por ejemplo, cuando escuchas música, una conferencia o una ceremonia religiosa.
- Escucha comprensiva: esta es cuando escuchas para aprender algo nuevo. Este tipo de escucha se da cuando escuchas un podcast, las noticias o una clase.
- Escucha critica: en esta, escuchas para formar una opinión de lo que alguien más dijo. Por ejemplo, cuando se está debatiendo con alguien o cuando estas escuchando a un vendedor.
Diferencias entre escuchar y oír
Entender estas diferencias es sumamente importante para aprender a escuchar activamente, aunque estas se usan indistintamente en el lenguaje cotidiano. Radica principalmente en el nivel de intencionalidad y pensamiento cognitivo que implica cada acción:
– Oír: este es un proceso fisiológico y pasivo. Es la capacidad sensorial de percibir sonidos a través del oído. No requiere esfuerzos, intención o atención consciente. Simplemente sucede si el sonido se produce dentro de nuestro rango auditivo y nuestros oídos funcionan correctamente.
Ejemplos de oír:
- Oír la corneta de un auto en la calle mientras estas en casa.
- Oír la música en el supermercado.
- Oír una conversación mientras haces una cola.
– Escuchar: en cambio, el escuchar es un proceso activo, voluntario y cognitivo. Implica aplicar tu atención y recursos mentales para procesar, interpretar y comprender los sonidos que oyes. Cuando escuchas, estas restando atención al mensaje, buscando significado y, a menudo, preparándote para una respuesta.
Ejemplos de escuchar:
- Escuchar atentamente a un amigo cuando te comenta algo.
- Escuchar una clase informativa.
- Escuchar una canción, prestando atención a la letra y la melodía.
Ejemplos de escucha activa
1. En una conversación con amigos, si alguno de ellos te comenta una situación problemática que está teniendo en el trabajo. Si aplicas la escucha pasiva (lo que NO harías), lo interrumpes con tu propia historia de un mal día en el trabajo, miras al teléfono mientras habla, o planeas tu respuesta antes que termine.
- Por otro lado, en la escucha activa (lo que SI harías), mantienes el contacto visual, para mostrar que estás prestando atención. Tienes una postura relajada y con un lenguaje corporal abierto. Intentas parafraseas “entonces si te estoy entendiendo bien, lo que te preocupa es la sobre carga de trabajo y la falta de reconocimiento ¿verdad?”, puedes aclarar, para entender más “Cuando dices problemas ¿te refieres a la relación con tus compañeros o a las tareas que te asignan?”. También tienes que validar sentimientos; “parece que te sientes frustrado y un poco abrumado con todo esto”. Por último, resiste la tentación de dar consejos no solicitados o minimizar su experiencia “no es para tanto”, “a mí me pasa lo mismo”.

2. En al ámbito profesional como por reuniones, clientes o colegas. Imagina que tu jefe te está dando instrucciones para un nuevo proyecto. En la escucha pasiva (lo que NO harías), revisar tu correo electrónico, pensar en tu lista de tareas pendientes, o asumir que ya sabes lo que vas a decir.
Por otro lado, en la escucha activa (lo que SI harías), tomar notas, esto demuestra compromiso y te ayuda a recordar detalles. Puedes hacer preguntas de clarificación, “cuando mencionas reporte semanal, ¿te refieres a un formato especifico o es flexible? para asegurarte de que has entendido, resume los puntos clave “me estas pidiendo que me encargue de x, y, z, con fecha límite para el viernes ¿correcto?”. También, evita distracciones como el teléfono u otras pestañas en tu computadora. Muestra interés realizando pequeñas afirmaciones verbales como Si, Entiendo o Claro.
Aplicar la escucha activa requiere práctica y conciencia, pero sus beneficios en la mejora de la comunicación y las relaciones son inmensos.
Conclusión
Como podrás observar, la escucha activa es mucho más que una habilidad, es una práctica fundamental e importante que redefine la calidad de nuestras interacciones y enriquece nuestras vidas en todos los niveles. Hemos visto que mientras oír es un acto fisiológico y pasivo, escuchar es un compromiso consciente y activo que implica atención, interpretación y comprensión. Al aplicar la escucha activa en tu vida cotidiana ya sea con tus seres queridos, en el ámbito laboral o en medio de un desacuerdo, no solo podrás comprender mejor a los demás, sino que también los haces sentir más valorados, respetados y genuinamente escuchados.
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Referencia
Julia Martins (2025), Escucha activa: qué es y cómo practicarla con ejemplos.