¿Alguna vez has sentido que el mundo da vueltas a tu alrededor, acompañado de una inquietante sensación de angustia que te oprime el pecho? Esta experiencia, más común de lo que se cree, es una compleja interacción entre nuestro cuerpo y nuestra mente. Lejos de ser meros episodios aislados, los mareos y angustia con frecuencia se entrelazan en un ciclo que puede resultar desconcertante y debilitante. En este artículo, exploraremos las posibles causas de esta peculiar conexión, explorando cómo factores físicos y psicológicos pueden converger para generar estas sensaciones.

¿Qué son los mareos y angustia?
Los mareos y angustia son síntomas físicos y emocionales muy comunes que pueden entrelazarse y crear un círculo vicioso. Es importante entender que, si bien pueden tener causas médicas, en muchos casos, cuando se asocian con la ansiedad, son el resultado de la activación de la respuesta de «lucha o huida» del cuerpo.
¿Por qué la ansiedad causa mareos y angustia?
La ansiedad es una respuesta natural del cuerpo ante una amenaza, real o percibida. Cuando estamos ansiosos, nuestro sistema nervioso se activa y desencadena una serie de cambios fisiológicos, que incluyen:
- Hiperventilación: Respirar de forma rápida y superficial puede disminuir los niveles de dióxido de carbono en la sangre. Esto afecta el flujo sanguíneo al cerebro y puede causar mareos, hormigueo y sensación de desmayo.
- Tensión muscular: La ansiedad provoca una tensión generalizada en el cuerpo, especialmente en el cuello y los hombros. Esta tensión puede afectar el equilibrio y la circulación, lo que contribuye a la sensación de mareo.
- Cambios en el flujo sanguíneo: Durante la ansiedad, el cuerpo desvía la sangre a las extremidades (para prepararse para «luchar o huir») y menos a zonas como el cerebro, lo que puede generar inestabilidad y sensación de irrealidad.

- Activación del sistema vestibular: Este sistema, ubicado en el oído interno, es el encargado de nuestro equilibrio. La ansiedad puede alterar su funcionamiento, provocando desorientación espacial y sensación de inestabilidad.
- Aumento del cortisol y fatiga: El estrés crónico y la ansiedad elevan los niveles de cortisol, lo que puede afectar el funcionamiento cerebral y generar fatiga mental y física, contribuyendo a la sensación de inestabilidad.
La angustia se relaciona directamente con la ansiedad, siendo un sentimiento de miedo o incomodidad intensa. En el contexto de los mareos, la angustia puede surgir por el propio temor a la inestabilidad o a perder el control, o por la preocupación de que el mareo sea síntoma de algo más grave. Este miedo y preocupación pueden, a su vez, intensificar los síntomas físicos de ansiedad, incluyendo los mareos, creando un ciclo de retroalimentación negativa.
Los mareos y la angustia en la ansiedad son manifestaciones de la forma en que el estrés y el miedo afectan nuestro cuerpo, alterando el equilibrio fisiológico y generando sensaciones de inestabilidad y preocupación.
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Estrategias inmediatas
Cuando sientas que el mareo y la angustia te invaden, estas técnicas pueden ayudarte a recuperar el control:
- Enfócate en tu respiración: La hiperventilación es un gran culpable. Intenta una respiración diafragmática (o abdominal):
- Siéntate o acuéstate cómodamente.
- Coloca una mano en tu pecho y otra en tu abdomen.
- Inhala lentamente por la nariz durante 4 segundos, sintiendo cómo tu abdomen se eleva.
- Mantén la respiración durante 2 segundos.
- Exhala lentamente por la boca (como si soplaras por una pajita) durante 6 segundos, sintiendo cómo tu abdomen desciende.
- Repite esto varias veces hasta que te sientas más calmado.
- Encuentra un punto fijo: Si sientes que el mundo da vueltas, busca un objeto inmóvil en el horizonte o en la habitación y fíjate en él. Esto puede ayudar a tu cerebro a recalibrar y reducir la sensación de inestabilidad.
- Hidratación y un pequeño tentempié: A veces, los mareos pueden ser por deshidratación o niveles bajos de azúcar en sangre. Bebe un vaso de agua y come algo ligero como una galleta o una pieza de fruta.

- Enfría tu rostro: Salpicar agua fría en tu cara o aplicar una compresa fría en la nuca puede activar el reflejo de buceo, que ralentiza el ritmo cardíaco y puede calmar el sistema nervioso.
- Distracción controlada: Concéntrate en un objeto, describe algo en tu entorno, o nombra 5 cosas que puedas ver, 4 que puedas tocar, 3 que puedas oír, 2 que puedas oler y 1 que puedas saborear (la técnica 5-4-3-2-1). Esto desvía tu atención de los síntomas a tu entorno.
- Reafirmaciones positivas: Recuérdate a ti mismo que es la ansiedad, que pasará, y que estás a salvo. «Esto es ansiedad, no es peligroso, y pasará».
Conclusión
Los mareos y la angustia, especialmente cuando se presentan en el contexto de la ansiedad, pueden resultar desconcertantes y generar una sensación de pérdida de control. Sin embargo, lejos de ser simples coincidencias, estos síntomas reflejan la profunda conexión entre mente y cuerpo, y suelen ser una señal de que el sistema nervioso está respondiendo al estrés de forma intensa.
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Referencia
Eric Formeister, (2025). Mareo y vértigo.