
El entorno escolar, por su naturaleza dinámica e interactiva, es un espacio donde inevitablemente surgen conflictos escolares. Lejos de ser siempre negativos, estos desacuerdos pueden ser oportunidades para el crecimiento y el aprendizaje si se gestionan adecuadamente. Sin embargo, cuando no se abordan de manera constructiva, pueden generar un impacto significativo en el bienestar emocional de los estudiantes, el clima escolar y el proceso de aprendizaje. En este articulo trataremos de explicar sus caracteristicas y tipos, así como, algunas estrategías psicologicas aplicadas por padres o educadores.
¿Qué son los Conflictos Escolares?
Los conflictos escolares se refieren a situaciones de desacuerdo o confrontación que ocurren dentro del ámbito educativo, ya sea entre estudiantes, entre estudiantes y profesores, o incluso entre miembros del personal escolar. Estas disputas pueden manifestarse de diversas formas, desde malentendidos simples hasta situaciones de acoso o violencia. La clave para entenderlos radica en reconocer que son el resultado de diferencias en percepciones, necesidades, valores o intereses entre las partes involucradas.
Características y Tipos de Conflictos Escolares
Los conflictos escolares presentan características distintivas que nos ayudan a comprenderlos y clasificarlos. Generalmente, implican:
- Diferencia de intereses o necesidades: Las partes involucradas tienen objetivos o deseos que parecen incompatibles.
- Percepción de amenaza: Al menos una de las partes siente que sus intereses están en riesgo, ya sea su autonomía, su reputación o sus recursos.
- Interdependencia: Las acciones de una parte afectan a la otra, creando una dinámica de causa y efecto.
- Emociones intensas: A menudo, los conflictos vienen acompañados de frustración, enojo, tristeza o miedo, que pueden intensificar la situación.

En cuanto a los tipos, podemos categorizarlos según los participantes y la naturaleza del desacuerdo:
Por los Participantes
- Intrapersonales: Conflictos internos de un individuo (por ejemplo, un dilema moral sobre hacer trampa en un examen). Aunque son internos, pueden manifestarse en el comportamiento en el aula.
- Interpersonales: Entre dos o más individuos (por ejemplo, una disputa entre dos estudiantes por el uso de un material o un desacuerdo entre un alumno y un profesor). Son los más comunes en el ámbito escolar.
- Intragrupales: Dentro de un grupo (por ejemplo, un desacuerdo en un equipo de trabajo escolar sobre cómo abordar un proyecto).
- Intergrupales: Entre diferentes grupos (por ejemplo, rivalidad o tensión entre dos cursos o entre subgrupos dentro de la misma clase).
Por su Naturaleza
- De valores: Diferencias en creencias fundamentales, principios morales o convicciones personales.
- De recursos: Disputa por la posesión o el uso de algo limitado, como el acceso a equipos deportivos, el tiempo de uso de la cancha o materiales de arte.
- De relación: Problemas basados en percepciones negativas, estereotipos, prejuicios o una comunicación deficiente entre las personas, lo que lleva a hostilidad o aversión.
- De información: Conflictos que surgen por la falta de datos, la desinformación, la interpretación errónea de hechos o rumores.
Componentes Psicológicos de los Conflictos Escolares
Comprender los componentes psicológicos de los conflictos escolares es crucial para abordarlos eficazmente:
- Percepción: La forma en que cada individuo interpreta la situación es fundamental. Una misma situación puede ser vista de manera muy diferente por cada parte, generando malentendidos y la escalada del conflicto. Los sesgos cognitivos, como la atribución errónea de intenciones (pensar que el otro actuó con mala intención cuando no fue así), juegan un papel importante.
- Emociones: Los conflictos están cargados de emociones. El miedo, la ira, la frustración o la tristeza pueden distorsionar el juicio y dificultar la búsqueda de soluciones racionales. Reconocer y validar estas emociones, tanto las propias como las de los demás, es el primer paso para gestionarlas.
- Comunicación: La forma en que las partes se comunican (o no se comunican) influye directamente en el desarrollo del conflicto. La comunicación agresiva, pasiva o evasiva puede empeorar la situación, mientras que una comunicación asertiva y empática facilita la resolución.
- Necesidades subyacentes: A menudo, lo que parece ser un conflicto superficial esconde necesidades no satisfechas, como la necesidad de ser escuchado, de sentirse respetado, de autonomía, de pertenencia o de seguridad. Identificar estas necesidades profundas es clave para una resolución duradera.
- Identidad y autoestima: En el contexto escolar, los conflictos pueden amenazar la identidad o la autoestima de los estudiantes, especialmente en etapas vulnerables como la adolescencia. Proteger la dignidad de todos los involucrados es vital para no dejar secuelas emocionales negativas.

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Estrategias Psicológicas para Padres y Educadores
La gestión efectiva de los conflictos escolares requiere un enfoque colaborativo, preventivo y el uso de estrategias psicológicas específicas.
Para Padres:
- Fomenten la comunicación abierta y activa: Creen un espacio donde sus hijos se sientan seguros para hablar sobre lo que les sucede en la escuela, incluyendo los conflictos. Practiquen la escucha activa, que implica no solo oír, sino también entender y validar las emociones y preocupaciones de sus hijos sin juzgar.
- Enseñen habilidades de resolución de problemas: En lugar de resolver los problemas por ellos, guíenlos. Herramientas como el «paso a paso de la resolución de problemas» pueden ser útiles:
- Identificar el problema: ¿Qué está sucediendo exactamente?
- Generar opciones: Pensar en varias soluciones posibles, por más descabelladas que parezcan al principio.
- Evaluar las opciones: ¿Cuáles son las consecuencias de cada solución? ¿Cómo afectaría a todos los involucrados?
- Elegir la mejor opción: Seleccionar la alternativa que parezca más justa y efectiva.
- Ponerla en práctica y evaluar: Ver si funciona y, si no, intentar otra.
- Promuevan la empatía: Anímenlos a ponerse en el lugar del otro. Preguntas como «¿Cómo crees que se siente el otro niño?», o «¿Qué harías tú en su lugar?», pueden desarrollar la empatía cognitiva y emocional.
- Manejo de emociones: Ayuden a sus hijos a identificar y nombrar sus emociones. Herramientas como el «termómetro de las emociones» o los «tarros de la calma» (frascos con brillantina que se agitan y se observan mientras se asienta la brillantina, simulando la calma) pueden ser útiles para regular la ira o la frustración.
- Colaboren con la escuela: Mantengan una comunicación fluida con los docentes y directivos. Si su hijo está involucrado en un conflicto, trabajen juntos, compartiendo información y buscando soluciones conjuntas, no atacando.
Para Educadores:
- Crear un clima de aula positivo y seguro: Establezcan normas claras de convivencia y respeto mutuo. Fomenten un ambiente donde la diversidad sea valorada y se promueva la inclusión. Implementen el aprendizaje socioemocional de forma explícita.
- Mediación y facilitación de conflictos: Cuando surjan conflictos, actúen como mediadores neutrales. Utilicen la técnica de la «silla vacía» (invitar a los estudiantes a imaginarse al otro en una silla y hablarle) para que expresen sus puntos de vista sin interrupciones, y luego facilitar un diálogo constructivo donde se identifiquen necesidades y se busquen soluciones. El «círculo de diálogo» también es una herramienta poderosa para que todos los involucrados se sientan escuchados.
- Entrenamiento en habilidades de comunicación asertiva: Enseñen a los estudiantes a expresar sus necesidades y sentimientos de manera respetuosa, usando «mensajes yo» (por ejemplo, «Yo me siento frustrado cuando»… en lugar de «Tú siempre me haces enojar»)
- Promover la autorreflexión y la responsabilidad: Ayuden a los estudiantes a reflexionar sobre su comportamiento, sus emociones y el impacto de sus acciones en los demás. Herramientas como las «preguntas restaurativas» (¿Qué pasó? ¿Quién fue afectado? ¿Cómo podemos reparar el daño? ¿Qué se necesita para que no vuelva a pasar?) son excelentes para este fin.
- Programas de tutorías o «compañeros mediadores»: Capacitar a algunos estudiantes mayores para que ayuden a mediar en conflictos menores entre sus compañeros. Esto no solo alivia la carga de los docentes, sino que también empodera a los alumnos.
- Técnicas de relajación y mindfulness: Enseñen a los estudiantes ejercicios de respiración profunda o breves momentos de mindfulness para que puedan regular sus emociones en momentos de tensión antes de que un conflicto escale.

Conclusión
Los conflictos escolares son una parte inherente de la vida en comunidad y, en el contexto educativo, representan oportunidades invaluables para el desarrollo de habilidades cruciales. Al entender sus características, los componentes psicológicos que los sustentan y al implementar estrategias preventivas y de intervención efectivas, tanto padres como educadores pueden transformar estas situaciones de tensión en valiosas lecciones de vida. Fomentar un ambiente escolar donde se aprenda a gestionar los desacuerdos de forma constructiva no solo mejora la convivencia, sino que también equipa a los estudiantes con herramientas esenciales para navegar los desafíos de la vida. La meta no es eliminar los conflictos, sino enseñar a todos a resolverlos de manera pacífica, empática y responsable, construyendo así una comunidad escolar más resiliente y armoniosa.
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Referencias
Yariángela M. (2024). ¿Cómo abordar los conflictos en el aula?. Institutoraimongaja.com