
Las alergias a menudo están asociadas con alérgenos específicos como el polen, el polvo o algunos alimentos. Sin embargo, existe una conexión cada vez más reconocida entre el estrés psicológico y la manifestación de síntomas alérgicos. Lo que comúnmente se conoce como alergia por estrés no es una alergia relacionada con una sustancia externa, sino una reacción inmunológica desencadenada por estados emocionales y psicológicos intensos; siendo un claro ejemplo de como la mente puede influir directamente en el cuerpo a través del complejo sistema psiconeuroinmunológico.
¿Qué es la Alergia por Estrés?
Al hablar de alergia por estrés se hace referencia a la aparición o empeoramiento de síntomas alérgicos en respuesta a periodos de alta tensión, ansiedad, preocupación o trauma psicológico; lo que puede incluir brotes de urticaria, exacerbación del asma, dermatitis atópica, o incluso síntomas gastrointestinales. Ahora bien, no se trata de que el estrés sea un factor alergeno en sí mismo, sino que modifica la respuesta del sistema inmunitario, haciéndolo más reactivo o menos eficiente en su función reguladora.
¿Cómo Actua el Eje Mente-Cuerpo?
Disciplinas científicas como la psiconeuroinmunología han revelado las formas en que el cerebro y el sistema inmunitario se comunican; se plantea la idea de que cuando una persona se encuentra estresada, el cuerpo activa una serie de respuestas fisiológicas para prepararse ante una supuesta amenaza. Esto incluye la liberación de hormonas como el cortisol y la adrenalina (catecolaminas) por parte de las glándulas suprarrenales, bajo la dirección del eje hipotalámico-pituitario-adrenal (HPA) y el sistema nervioso simpático (Kiecolt-Glaser et al., 2002).

Estas hormonas, diseñadas para una respuesta rápida y adaptativa, pueden tener un gran impacto en las células inmunitarias:
- Modulación de la inflamación: Aunque el cortisol es un antiinflamatorio natural, cuando se eleva puede conllevar a una desregulación del sistema inmunológico.
- Activación de mastocitos: Son celulas inmunitarias clave en las reacciones alergicas, ya que liberan sustancias (como la histamina) que causan picazón, hinchazon y enrojecimiento.
- Alteración de la barrera cutánea: El estrés crónico puede comprometer la integridad de la barrera cutánea, haciendo la piel más permeable a alergenos e irritantes. Esto puede facilitar la entrada de sustancias que, de otro modo, no causarían una reacción, o empeorar condiciones como la dermatitis atópica.
- Influencia en el microbioma: El estrés también afecta el equilibrio del microbioma intestinal, que juega un papel crucial en la maduración y regulación del sistema inmunitario.
Manifestaciones Comunes de la Alergia por Estrés
Las manifestaciones de la alergia por estrés pueden ser variadas y a menudo se pueden confundir con las alergias «tradicionales»; las más comunes incluyen:
- Urticaria y Angioedema: Son ronchas rojas que pican, elevadas en la piel, o hinchazón más profunda de los tejidos, se describe a menudo como «urticaria nerviosa».
- Asma: El estrés emocional es un desencadenante muy conocido de los ataques de asma o del empeoramiento de los síntomas en personas con asma alérgica preexistente.
- Dermatitis Atópica (Eccema): Esta se caracteriza por brotes de picazón intensa, enrojecimiento y descamación de la piel que suelen agravarse significativamente durante periodos de estrés.
- Rinitis Alérgica: Aunque parezca sorprendente, el estrés puede intensificar síntomas como estornudos, secreción nasal y congestión en personas propensas a la fiebre del heno.
Manejo de la Alergia por Estrés

Debido a que el estrés es el factor desencadenante, el manejo efectivo de la alergia por estrés se centra en la disminución y gestión del estrés; lo que no sustituye el tratamiento médico para los síntomas alérgicos, a su vez, lo complementa de manera vital. Algunas estrategias incluyen:
- Terapia Cognitivo-Conductual (TCC): Es un enfoque terapéutico centrado en identificar y modificar patrones de pensamientos negativos y comportamientos que contribuyen al estrés y la ansiedad.
- Ejercicio Físico Regular: Es un potente reductor del estrés y puede mejorar la función inmunológica general.
- Técnicas de relajación: Tales como el mindfulness, la meditación, los ejercicios de respiración profunda y el yoga pueden ayudar a activar el sistema nervioso parasimpático, contrarrestando la respuesta al estrés.
- Sueño adecuado: Establecer una rutina de sueño saludable y priorizar entre 7-8 horas de sueño.
- Manejo del Tiempo y Límites Personales: Aprender a decir que no, a través de la práctica de la comunicación asertiva, priorizar las tareas tomando en cuenta el autocuidado, evitando el agotamiento.
- Apoyo Social: Mantener las relaciones sociales activas, conectando con amigos, familiares o grupos de apoyo.
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Conclusión
La alergia por estrés en la actualidad es más común de lo que creemos, sin embargo, aún existe poca consciencia sobre ella, etiquetando a personas que la padecen como incapaces de «controlarse»; cabe destacar, que su mejoría y gestión depende en gran medida de la forma en la que se aprende a manejar las situaciones estresantes, cambiando hábitos y estilos de vida por unos más equilibrados, evitando el control y aceptando la incertidumbre.
«El cuerpo grita, lo que tu boca calla»
La alergia por estrés es un recordatorio convincente de que la salud no es solo la ausencia de una enfermedad física, sino un equilibrio complejo entre la mente y el cuerpo. Reconocer el impacto que tiene el estrés en nuestro sistema inmunitario y en la manifestación de las alergias es el primer paso para su abordaje efectivo; así como entender la importancia de un tratamiento multidisciplinario médico-psicológico, de este modo las personas podrán encontrar alivio y mejorar su bienestar general, demostrando que cuidar la mente es tan crucial como cuidar el cuerpo.
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Referencias
alergia-por-estres-cuando-las-emociones-desatan-una-respuesta-inesperada