
El cómo dejar de preocuparse por todo parece imposible cuando las preocupaciones te carcomen la cabeza día sí y día también, cuando el mundo sigue girando alrededor del inminente avance, las exigencias y las expectativas. Preocuparse no es malo, sin embargo, en circunstancias dónde esta preocupación supera los niveles de normalidad establecidos, cuando es constante y excesivo, afecta nuestra salud y muchas áreas de nuestra vida. Preocuparse por todo es un problema cuando nuestra vida no sucede por estar viviendo alrededor de estas angustias.
¿Qué representa la preocupación?
Nadie se salva, preocuparse es una actitud tan normal y habitual del ser humano que no tiene nada de extraño y no es desconocido para nadie de su existencia, sin embargo, la preocupación suele venir acompañada de los pensamientos rumiativos y de su mejor amigo: las condicionales. Todos aquellos “Y sí…” y “debería” que rebotan en los recovecos de nuestra cabeza como pelotilla de tenis, de un lado a otro.
En términos generales, la preocupación no es más que una serie de pensamientos cargados de efectos negativos y hasta cierto punto incontrolables, dónde se pasa por un proceso de búsqueda de soluciones a una situación donde el resultado es incierto.
Hasta cierto punto, la preocupación está intrínsecamente ligada al miedo, y por ello su origen suele ser nada más que un mecanismo de defensa para anticipar peligros y prepararse para el futuro, sin embargo ¿Qué ocurre cuando no podemos dejar de darle vueltas a algo? Ahí es cuando entran los pensamientos rumiativos.

¿Qué es la rumiación?
En su momento, deciden definir la rumiación según la teoría de los estilos de respuestas como un patrón repetitivo de pensamientos y conductas dónde la atención está focalizada en uno mismo, antes que en la forma activa de solución. Las personas le conocen de forma más coloquial como un pensamiento al que parece imposible dejar de darle vueltas o de repetirlo, una y otra vez, en la cabeza, causando una preocupación considerable y que nos lleva a preguntarnos ¿cómo dejar de preocuparse por todo?
¿Por qué nos preocupamos por todo?
Vivir es complicado, no vamos a mentir. Y la actualidad presenta tantos estímulos que complican aún más la tranquilidad de las personas, presentando constantes distracciones, preocupaciones y angustias que es natural pensar que responder a la pregunta de cómo dejar de preocuparse por todo es, hasta cierto punto, imposible de cumplir.

Sin embargo, la preocupación crónica es solo una forma evitativa, aunque parezca lo contrario ¿cómo podría ser evitativa si estoy constantemente pensando en como solucionar mis problemas? vale ¿pero realmente actuas? Ya se que es difícil, no es un ataque, pero el punto a demostrar es que es una conducta evitativa, normalmente inconsciente que utilizamos para no enfrentar emociones que consideramos incómodas o negativas (como el miedo o la incertidumbre)
Es más fácil para el cerebro centrarse en un pensamiento repetitivo, genera la falsa sensación de estarnos encargando del problema aunque no sea así. Centrarnos en ello, nos aleja del objetivo real. También, se debe a:
- Miedo o intolerancia a la incertidumbre: no saber que ocurrirá es atroz, y representa una gran intolerancia a ese desconocimiento, así que llenarse la cabeza con pensamientos de lo que podría salir más es mucho más fácil que, de hecho, enfrentarnos a esa incertidumbre.
- Sesgo de responsabilidad o prevención: “¡Si no me preparo lo suficiente, seré irresponsable y me tomará por sorpresa!” es un pensamiento recurrente en esta base, preocuparse es un acto de protección, según este sesgo, cuando en realidad no es así.
- Pensamientos negativos antes que positivos: tenemos un diseño simple, es mucho más fácil identificar lo amenazante para poder actuar ante amenazas, más que reconocer lo que está bien. Nos adaptamos a la comodidad, por lo que cuando algo parece ir mal, genera incertidumbre, genera una respuesta de posible amenaza que nos activa la preocupación.

¿Cómo dejar de preocuparse por todo?
Existen diversas estrategias que podemos usar para aprender a cómo dejar de preocuparse por todo, y apartar las preocupaciones excesivas de nuestra cabeza, pero requerirá que sepas, primero que nada, dos cosas importantes: Uno, no esperes que a la primera y magicamente, ya nada te preocupe, esto es algo que toma tiempo; y, segundo, también de compromiso y necesidad de actuar, ya que aunque son estrategias efectivas para saber como dejar de preocuparse por todo, requiere esfuerzo, tiempo y deseo de cambio.
¿Es realmente un problema real…?
Lo que nunca vamos a hacer para aprender a cómo dejar de preocuparse por todo es invalidar las emociones, si te preocupa es por algo y eso está bien. Sin embargo, es necesario aprender y diferenciar las preocupaciones comprensibles y conscientes, de aquellas que no aportan nada y tampoco tienen solución, a menos no inmediata.
Es normal estar preocupados por situaciones como pagar el alquiler, sobre los resultados de un estudio médico importante, es natural sentirse angustiado por situaciones que puedan ser difíciles, y es aquí dónde nos toca hacer un trabajo de análisis, que, recomendamos, escribas a mano para visualizarlo mejor: ¿el problema al que estás dándole vueltas puede ser considerado una preocupación habitual?
Si es así, probablemente pueda resolverse con una acción: organizar mejor el dinero, aunque existan situaciones dónde la solución se escape de las manos. Por otro lado, si la preocupación no es considerada habitual, y en especial algo que se escapa por completo de tu control, te pregunto ¿puedes resolverlo justo ahora, en ese mismo instante?
Necesitamos aprender a trabajar y actuar sobre las habituales, y soltar las que no dependen de nosotros para aprender a cómo dejar de preocuparnos por todo.

Patrón de preocupaciones y cómo detenerlos
Reconocer que sabes y eres consciente de cuando tu pensamiento está tomando otros caminos con preocupaciones extremas es importante para el trabajo. Así que haremos lo siguiente: No busques detenerlo.
Déjalo ser, en serio, deja que llegue la preocupación y sientela, escuchala, y ahora analiza ¿es realmente un problema, o solo estoy asumiendo un “y si…”?
Un excelente truco es que anotes a lápiz y papel tu preocupación. No en ordenador o en el móvil, estrictamente a mano, ya que esos dos minutos que te tomará anotarlo, son un espacio en blanco para tu cerebro de enfocarse solo en ese pensamiento, y así nos ayuda a evitar desvarios.
Eliminar las condicionales de tu discurso
Los “y sí…”, los “debería”, “podría”, “quizás…” son uno de nuestros mayores enemigos cuando buscamos aprender a cómo dejar de preocuparse por todo, ya que llenarse la cabeza de condicionales, y todo lo que debería haber sido pero no fue o no es, es tortura que estamos eligiendo ejercer sobre nosotros mismos.
No te acribilles por usarlos, pero comienza a ser más consciente de que, probablemente, tu discurso está lleno de ellos, y una vez los descubras, comienza a cambiar el discurso.
Por ejemplo, en lugar de decir “debería ponerme a estudiar porque voy a reprobar” y sentirte culpable no poder hacerlo, intenta con un “Toca ponerse a estudiar, aunque justo ahora me cuesta un poco.”; parece mínimo, pero a la larga marca la diferencia dejar de poner expectativas inconscientes sobre ti mismo, que al mismo tiempo funcionan de queja.

Tolerancia a la incertidumbre
Acéptalo: no puedes controlar todo.
Una vez aceptado, será más sencillo avanzar. Y gran parte de los motivos del porqué aprender a saber como dejar de preocuparse por todo es tan complicado, es por la intolerancia a la incertidumbre, a nadie le gusta no saber qué va a ocurrir, y es normal, nos asusta lo desconocido, pero es hora de entrenar esa intolerancia.
Así que vas a necesitar implementar pequeños retos diarios para ayudarte con ello, enfocados siempre en enfrentarse a la incertidumbre de la vida, y a soltar el control.
El ultimátum
Necesitamos tiempos límites para poder actuar. Gran parte del problema detrás de las preocupaciones constantes es que como ya constatamos que son una conducta evitativa, estaremos alargando la acción todo lo posible o peor: jamás la haremos (lo que va a perpetuar la preocupación constante), así que a ponerse límites.
Empecemos por implementar “el tiempo para pensarlo más tarde”, ésto aunque parezca evitativo no lo es, nos ayuda a jerarquizar los problemas y saber cuándo tomarlos, y así, más adelante en el día, coordinar una hora dónde activamente te permitas sentarte a pensar en todas esas problemáticas y proponerse salir de ahí con, al menos, el primer paso a la solución.
Si estoy constantemente dándole vueltas a que no me agrada que mi pareja juegue hasta tarde videojuegos, y lo pienso, lo pienso, lo pienso, me aterra decirle ¿qué estoy esperando? da miedo, pero no debería, así que en este ejemplo, lo ideal es limitar el tiempo que estarás “pensando cómo decírselo” antes de hacerlo.

Conclusiones
Las preocupaciones son el pan de cada día, pero hay que entender que en el momento que sientas que no puedes dejar de hacerlo, de preocuparte, que te impide disfrutar de tu vida, de la dulce cotidianidad en ella, que te quita el sueño, o que crees que puede estar avanzando a una ansiedad, no dudes en pedir ayuda.
Dejar de preocuparse no es ser un desinteresado o un despreocupado, el truco está en aprender que no podemos controlar todo y si no podemos solucionarlo, no vale la pena darle tantas vueltas. No podemos controlar lo que otros piensen de nosotros, y da igual si creemos que “puedo esforzarme para que piensen lo que yo busco”, porque estamos cargando más responsabilidad de la necesaria.
Así que si sientes que estas preocupaciones están consumiendo tu vida, en Mente Sana estamos para ayudarte, agenda ya mismo tu cita, la primera es completamente gratuita.
Referencias