Persona controladora: Señales, consecuencias y cómo poner límites

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Persona controladora

En las relaciones humanas, ya sean de pareja, familiares o laborales, la persona controladora puede generar un entorno tóxico que afecta profundamente la autoestima, la autonomía y el bienestar emocional de quienes la rodean. Este patrón de comportamiento, que muchas veces se presenta de forma sutil o progresiva, se caracteriza por la necesidad excesiva de dirigir o influir en las decisiones, acciones y pensamientos del otro.

Necesidad de control

La necesidad de control es un impulso psicológico por mantener dominio, previsibilidad o autoridad sobre uno mismo, otras personas o el entorno. Esta suele surgir debido al miedo a la incertidumbre, la inseguridad emocional (muchas veces por experiencias adversas anteriores como abandono y trauma), tendencias al perfeccionismo y la desconfianza.

Asimismo, según Van der Kolk, está relacionada con creencias disfuncionales, muchas veces para crear una forma de recuperación del sentido de seguridad, cuando han vivido situaciones donde se sintieron impotentes.

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¿Cómo es una persona controladora?

Una persona controladora por una constante búsqueda de dominio sobre los demás, basada en experiencias de inseguridad que fomentan el aprendizaje de una “necesidad desadaptativa de mantener el orden”.

Por esto, una persona controladora, tiende a manipular emocionalmente, imponer normas rígidas, invalidar opiniones ajenas y mostrarse excesivamente celosas o posesivas. Este comportamiento, según estudios de la personalidad, suele presentarse con mayor frecuencia en sujetos con rasgos del Trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad o del Trastorno narcisista (APA, 2013).

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Señales de una persona controladora

Algunas características se sostienen en:

  • Querer decidir por los demás constantemente.
  • Intolerancia al cambio, la improvisación y en casos la frustración.
  • Necesidad de que todo sea “predecible” o planificado.
  • Incomodidad cuando las cosas no salen “como deberían”.
  • Dificultad para delegar o aceptar puntos de vista diferentes.

En relaciones de pareja, este comportamiento puede derivar en formas de violencia psicológica difíciles de detectar a simple vista.

Asimismo, una de las formas más comunes de control en la era digital es cuando la persona controladora, vigila si la pareja está en línea, revisando constantemente la hora de conexión, pidiendo explicaciones por la falta de respuesta inmediata o exigiendo acceso a redes sociales. Este tipo de vigilancia es una forma de micromanejo emocional que desgasta la relación y la salud mental de quien lo sufre.

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Consecuencias de vivir con una persona controladora

Vivir con una persona controladora puede generar ansiedad, pérdida de identidad, disminución de la autoestima, aislamiento social, relaciones disfuncionales y, en casos graves, síntomas de depresión o trastorno por estrés postraumático complejo. Esto conlleva en muchas ocasiones problemas psicosomáticos y dificultad para establecer límites.

En estos entornos, la persona controlada puede sentirse constantemente evaluada, culpable o temerosa de actuar libremente.

¿Cómo manejar la necesidad de control?

Cuando la necesidad de control se convierte en un problema, interfiere con las relaciones, genera ansiedad e impide adaptarse a la incertidumbre. Una persona controladora puede utilizar las siguientes estrategias:

  • Reconocer el patrón de control: Lograr la conciencia es el primer paso para el cambio.
  • Practicar la flexibilidad mental: Preguntarse “¿qué puede pasar si no controlo esto?” puede ser de utilidad para empezar a soltar el resultado
  • Trabajar en la confianza: De hecho, que la vida es impredecible. Será necesario fortalecer la confianza tanto en uno mismo como en los demás. Soltar el control no es perder el poder, es confiar también en los procesos.
  • Revisar las creencias irracionales: Reemplazar las creencias irracionales como “Si no lo hago yo, saldrá mal” , por pensamientos más realistas como “Puedo adaptarme si algo cambia”.
  • Trabajar en la regulación emocional: Técnicas como la respiración consciente, el mindfulness o la escritura terapéutica ayudan a procesar esas emociones.
  • Practicar la comunicación asertiva:  Controlar a otros no es una forma sana de cuidarlos. Expresar necesidades sin imponer, permite llegar a acuerdos llevaderos.
  • Buscar apoyo terapéutico: especialmente si el control interfiere con las relaciones.

Tratar con una persona controladora

Para protegerse de una persona controladora es necesario establecer límites claros. Por ello, algunas recomendaciones incluyen:

  • Reconocer los comportamientos controladores sin justificar al otro.
  • Comunicar los límites de forma firme pero respetuosa.
  • Buscar apoyo terapéutico si se siente atrapado o confundido.
  • Recuperar espacios personales y decisiones autónomas.

El trabajo en uno mismo, permite reforzar la autoestima y el autocuidado. Esto da cabida a relaciones que fomenten la libertad, muchas veces desde el amor, no la dependencia desde el miedo.

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Conclusiones

La necesidad de control, cuando se vuelve desadaptativa, puede transformar las relaciones en vínculos tóxicos donde predominan el miedo, la culpa y la pérdida de autonomía.

Es importante comprender las raíces emocionales de estas conductas y asimismo, aprender a establecer límites, cultivar la confianza y trabajar la regulación emocional. Esto tanto para las personas controladoras como para quienes sufren de excesivo control.

Recuperar el bienestar emocional implica reconocer el derecho a vivir relaciones sanas, basadas en el respeto, la libertad y la reciprocidad.

Referencias

Herrera Jiménez, Luis F., & Delgado Suárez, Jennifer. (2008). Un Acercamiento a la Definición de la Controlabilidad en el Proceso de Salud-Enfermedad. Revista Latinoamericana de Psicología40(3), 475-784.

Lamothe, C. (2019, 22 de noviembre). Controlling people: 12 signs to watch for. Healthline. Medically reviewed by Timothy J. Legg, PhD, PsyD.

Martinez Padron, Z. J. (2023, 3 de agosto). Necesidad de control y personas controladoras. LinkedIn.

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El controlar a otros suele estar motivado por miedo, inseguridad o experiencias pasadas no resueltas. Muchas veces, la persona no es consciente del daño que causa y lo justifica como preocupación o amor.
Si tu pareja controla esto, es importante poner límites claros. Habla abiertamente sobre cómo te hace sentir ese control y, si no respeta tu privacidad, considera buscar ayuda profesional o apoyo emocional.
Las personas controladoras pueden cambiar si reconocen su comportamiento y están dispuestas a trabajarlo en terapia.

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Juliana Urioste Sotomayor
Licenciada en psicología, con diplomado en psicología clínica y maestría en Psicoterapia con EMDR en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Matrícula Profesional U-10336407. Con experiencia en trastornos de estrés y trauma, esencialmente diagnóstico de Trastorno de Estrés Postraumático y disociación, así como experiencias adversas infantiles, desde el enfoque integrativo. Manejo de la intervención en población adulta e infanto-juvenil, a partir de una mirada integradora, encaminada al desarrollo de habilidades y comprensión interna. Actualmente incluida en el equipo de apoyo para la formación como facilitadora y supervisora del Entrenamiento Oficial de EMDR América Latina.
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